Animal Farm de George Orwell

En una granja inglesa los animales conocen la causa de una vida tan mísera: los hombres como el granjero Mr Jones. Luego de tanto calvario, logran echarlo y nombran el lugar Granja de Animales, donde nacerá el Animalismo y todos vivirán en igualdad. O tal vez no.
Es difícil hacer una introducción a un texto tan conocido, no solo en cuanto a trama sino a su fuente de inspiración: la Revolución Rusa y el comienzo del Estalinismo, algo que George Orwell vio con horror antes que las potencias del Oeste. El que Orwell fuera un socialista es importante, así como su participación en la Guerra Civil Española porque su abordaje no es el usual. Como alguien que conoce los ideales y lo que ocurre con ellos en los regímenes totalitarios, la obra no cae en estereotipos o malas concepciones, aunque si en la simpleza por tratarse de una alegoría.
La prosa es clara y segura, así como la línea argumental, con algunos adornos para ayudarnos a adentrar en el mundo de la Granja, y se agradece lo conciso de la historia y la confianza del autor, que no se detiene a explicar a los personajes ni las situaciones sino permite que fluyan y con ello darnos la información necesaria.
Junto con esto, hay un excelente manejo del ritmo, donde las situaciones se suceden como una bola de nieve y arrastra al lector a un final inevitable pero perfecto, que logra cementar la idea del libro.
Sin embargo, algo queda en el camino que puede ser culpa del autor o del lector y es que Orwell se centra únicamente en la Revolución Rusa, sin llevar la alegoría un paso más allá. Allí es donde el lector podría rebuscar en el texto ideas más generales acerca del poder para llevarlos a situaciones contemporáneas (la Primavera Árabe, la disolución de la Unión Soviética) a una metáfora sobre el poder, el gobierno y la sociedad, sobre la inevitable distorsión de un ideal cuando cae en la práctica, pero esto parte de una reflexión personal y no del texto.
Es un trabajo impresionante, cabe decirlo, cómo se hizo la simplificación de una situación política sin trivializarla, así como el trabajo de evocar las sensaciones adecuadas, guiando al lector sin abrumarlo. No hay dudas del motivo que sea considerado un clásico moderno, solo queda el leve deseo que se animara a trascender su contexto para permitir un libro no solo universal sino atemporal.